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lunes, 26 de noviembre de 2012

La anemia, las emociones y los sentimientos


Introducción:

Con este trabajo, he pretendido determinar la incidencia que la anemia tiene a lo largo de la vida de una persona. Es un estudio de investigación que fue presentado en un Congreso Nacional y donde intenté demostrar cómo influyen los sentimientos y las emociones en el desarrollo de la anemia, para ello realicé un seguimiento de dos años a todos aquellos pacientes que ingresaron durante este tiempo de estudio y que fueron diagnosticados de este problema. A pesar de que el trabajo se encuentra relacionado directamente con la anemia, toda la problemática de la descalcificación ósea también la podríamos relacionar a su vez con esta situación, ya que al igual que el hierro, el calcio, necesita tener las mismas condiciones que el hierro para poder ser aprovechado por el organismo.

En nuestra cultura, la anemia normalmente se presenta como una carencia de elementos que se corrige diagnosticando primero la causa y después suplementando sus carencias, sin embargo, no se suele valorar por qué a ciertas edades y de una forma recurrente surge este problema, se suele considerar como algo “habitual” que termina siendo tratado con aportes de hierro. Otras culturas, sin embargo, hacen hincapié en la prevención, teniendo en cuenta una serie de características, basadas en múltiples observaciones como pueden ser la edad, lugar donde se vive, aspectos de la personalidad, las emociones y los sentimientos, la forma y el color de la dentadura, la estación del año en la que se encuentran, etc. Desde este otro punto de vista “cultural”, tales características pueden influir en la capacidad de absorción de ese mineral por nuestro organismo, por lo que conociendo las particularidades de cada persona, se podría prever en cierto modo la forma de mejorar el aprovechamiento del hierro y en consecuencia, evitar un porcentaje no pequeño, de posibles anemias, al menos las relacionadas con la absorción. Se trata, por tanto, de un nuevo enfoque de una patología en la que los sentimientos y las emociones juegan un papel crucial.

Gracias al Departamento de Estadística del Hospital Virgen Macarena, se extrajeron datos referentes a los años 2007 y 2008.  Sobre ellos, el estudio pudo medir el número de casos de anemias diagnosticados desde el nacimiento hasta los 100 años de edad.
En cuanto al método, se ha optó por un estudio descriptivo, tipo transversal, para detectar el posible factor de riesgo y la prevalencia que la anemia tiene a lo largo de la vida utilizando como variables la edad y el sexo de los pacientes estudiados, una población de estudio de 66.148 personas.

Resultados:

Los resultados obtenidos del estudio estadístico nos mostraron un estado progresivo de los casos de anemias, apareciendo unos discretos ascensos en algunos periodos a lo largo de la vida; estos periodos los hemos dividido en grupos de edades para poder abordarlos mejor.



u1er apartado: de los 0 a los 11 años: En este grupo se observa un incremento de casos de anemia que va desde el nacimiento hasta los 4 años de edad, aproximadamente. A partir de esa edad y hasta los 11 años, se aprecia cómo el índice de casos disminuye de forma progresiva. Hemos de tener en cuenta que durante la infancia (especialmente en su inicio) el niño llega a multiplicar su peso por tres con una alimentación casi exclusivamente láctea, a pesar de lo cual se detectan anemias por falta de hierro en casi una cuarta parte de los casos.

u2º apartado: de los 12 a los 23 años: En estas edades, los datos muestran un incremento de casos de anemias en niñas entre los 12 y los 18 años de edad, reflejando un aumento a partir de los 19 años que se mantiene aproximadamente hasta los 23 años. En los varones, por el contrario, prácticamente no se detectan casos, salvo un pico alrededor de los 17 años. Se podría argüir que las niñas, a esas edades, inician la menarquía, pero aunque es algo común a todas ellas, no todas padecen problemas de anemia. También se podría valorar la dieta, pero resultan más llamativas las diferencias emocionales entre chicos y chicas en esas edades.

►3º apartado: de los 24 a los 45 años: Se constata un aumento de los casos de anemia en mujeres entre los 27 y 38 años, siendo ellas las que presentan el mayor número de casos diagnosticados. A partir de esa edad se inicia un ascenso que seguirá subiendo hasta los 45 años. En los hombres, la anemia la encontramos a partir de los 34 años, aunque es entre los 38 ó 39 años cuando se produce una cuesta ascendente hasta los 45 años.

►4º apartado: de los 46 a 100 años: Tanto en hombres como en mujeres aparece un aumento progresivo de casos, que alcanza su cenit entre los 76 y 80 años para luego ir bajando hasta los 100 años.

Cuando se detecta una anemia, el proceso suele ser el siguiente: es decir, una vez realizada la analítica, se intenta averiguar la causa de la carencia de hierro y se prescriben los suplementos que la palien, sin embargo no se suele tener en cuenta la importancia que tiene el proceso digestivo en la absorción del hierro y cómo en otros ámbitos culturales diferentes al nuestro, en función de los criterios de observación señalados y de unos patrones de conducta concretos, logran establecer una relación entre la secreción de los jugos gástricos y la absorción del hierro.

Para otras culturas, quizás los factores más destacables son las emociones y los sentimientos, demostrando como estos pueden influir durante los procesos metabólicos  aumentando o disminuyendo las diferentes enzimas digestivas, ya que la absorción de hierro para que pueda ser aprovechado por el organismo requiere de un elevado nivel de secreción gástrica. Es por este motivo, por lo que pienso que es importante explicar de una forma clara como funcionan estas emociones y sentimientos para poder comprender mejor la capacidad de influencia que pueden tener en los mecanismos que favorecen la aparición de anemia.

Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), emoción es un “interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo”. Otra definición apunta a los fenómenos psicofisiológicos que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo. Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto al entorno, los objetos, las acciones o las ideas, impulsándonos hacia ciertas personas o alejándonos de ellas. Para el psicólogo Robert Ader, existe una infinidad de mecanismos por los que el sistema nervioso central y sistema inmunológico se comunican entre sí, senderos biológicos que hacen que la mente, las emociones y el cuerpo no están separados, sino íntimamente interrelacionados, formando una unidad psicosomática.

Fisiológicamente, la base de las emociones se encuentra en la “amígdala” cerebral, un conjunto de núcleos de neuronas localizado en lo más profundo de los lóbulos temporales y cuyo papel principal es el procesamiento y almacenamiento de las emociones.
Los estímulos emocionales se pueden presentar por dos vías:

·         Vía directa: los estímulos se dirigen desde la amígdala a la corteza cerebral.
·    Vía indirecta: en la que interviene el hipotálamo, provocando una producción de  hormonas en el organismo que generan cambios físicos, como contracciones musculares, elevación de la presión sanguínea y aceleración del ritmo cardíaco.

Estos cambios tienen un efecto feed-back sobre la corteza somatosensorial, que deriva la información hacia la corteza frontal, donde se interpreta como emoción. Es decir, para hacernos una idea, la emoción surge ante una situación repentina, de manera brusca, no como algo instintivo ni tampoco innato, sino como resultado de la experiencia. Se trata, en realidad, del resultado de lo adquirido a través de los complejos procesos de aprendizaje de una cultura y la incorporación de vivencias personales.

Otro factor a tener en cuenta son los sentimientos. En función de los colectivos en los que nos integramos en la vida cotidiana –somos seres gremiales- y con las vivencias y experiencias que vamos adquiriendo, se configura la forma de ser de cada uno. Sentimiento, según el DRAE, es “el estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente”. Se podría decir que los sentimientos son el resultado del flujo de cargas emocionales al que la mente se ve sometida por la variación del medio. En puridad, son estados afectivos muy complejos, más estables y duraderos, pero menos intensos que las emociones. Los sentimientos no surgen bruscamente por un estímulo en un momento dado, sino que son producto de una situación progresiva que deja su huella. Ejemplos de ellos son la preocupación, la incertidumbre, el enojo, el coraje, la tristeza, la depresión, la culpa, la autocompasión, la ansiedad, los celos, etc. El peor de todos ellos es el miedo, por tal motivo se administra un sedante a quienes se van a someter a una operación, ya que pacientes que se encuentren muy asustados pueden presentar serias complicaciones durante la intervención quirúrgica, como hemorragias abundantes o ser proclives a infecciones, ya que el pánico y la ansiedad elevan la presión sanguínea y la dilatación de las venas, lo que acarrea el peligro de hemorragias y el riesgo de sangrado, y por lo tanto la necesidad de requerir más tiempo para su recuperación.

En determinadas situaciones, una emoción o un sentimiento pueden reducir o aumentar el flujo de las secreciones gástricas y, en consecuencia, favorecer o bloquear la absorción del hierro. Ello es más evidente en las situaciones de estrés que caracterizan a nuestra sociedad y que acaban afectando al estómago como consecuencia de los cambios que se producen en el sistema gastrointestinal.

Vamos a ver cómo funciona: La detención de la secreción de enzimas digestivas enlentece la motilidad del tracto intestinal reduciendo de esta forma su flujo sanguíneo, al objeto de reservar la sangre disponible hacia la actividad muscular esquelética. Por otro lado las hormonas que se liberan en los momentos de tensión detienen todas las funciones que no son de emergencia, como son la digestión y la inmunidad, para concentrarlas en las de lucha o huida, estas señales son notorias: el corazón late con más fuerza, los pulmones bombean a toda velocidad y los músculos reciben una gran carga de glucosa. Estas hormonas del estrés (adrenalina, noradrenalina) y el cortisol, además de obstaculizar la función de las células inmunológicas, impiden la formación de tejido óseo, actúan sobre los centros de memoria y aumentan la ansiedad, lo que provoca que se coma y se beba más, aparte de favorecer la propensión a los accidentes.

Todos estos factores en otras culturas, son tenidos en cuenta para la prevención de una posible anemia, utilizando simplemente la observación de ciertos aspectos físicos, entre los que vamos a destacar el color y la forma de la dentadura:
·         Por su forma: alineados o irregulares, indican cómo es la persona emocionalmente. Es decir cuando nos encontramos a personas que presentan una alineación irregular de su dentadura podría hacernos pensar que se tratan de personas emotivas y sensibles, a mayor desarreglo en su dentadura, posible mayor grado de sensibilidad y emotividad.
·         Por su color:   blancos o amarillos, permiten saber el nivel de secreción gástrica. Cuando nacemos tenemos los conocidos “dientes de leche”, después en la pubertad empiezan a amarillear, para finalmente en la edad adulta encontrarnos que siguen siendo amarillentos, oscuros, blancos e incluso podemos haberlos perdido (más adelante explicaré porqué ocurre esto).     

Una vez realizado el estudio, los resultados pusieron de relieve una evolución de la anemia de forma progresiva a lo largo de la vida, desde el nacimiento hasta los 100 años, probablemente no solo por causas debidas tanto a una carencia como a una posible mala absorción.

1er apartado: de los 0 a los 11 años. En lo que se refiere a la primera parte del estudio (desde el nacimiento a los 11 años de edad) algunos autores piensan que los casos de anemias que se producen durante este periodo son generalmente consecuencia de una alimentación carente de carnes y verduras, basada prácticamente en leche y cereales, sin embargo si tenemos en cuenta que los cereales son ricos en ácido fítico (lo que hace que el metabolismo del hierro se vea bloqueado) y que la leche es muy pobre en hierro, nos encontramos que este tipo de alimentación va a facilitar una agravación en la carencia de este mineral. Sin embargo otras culturas tienen en cuenta, con mejor criterio, que el niño aproximadamente, desde su nacimiento hasta la pubertad, presenta una disminución del aporte de enzimas digestivas, encontrándonos de esta forma con un impedimento más para la absorción.

En nuestro entorno cultural cuando se presenta la carencia, lo solucionamos aportando un suplemento de este elemento, pero no se advierte, como ocurre en otros ámbitos, que tan importante es aportar un suplemento para corregir una carencia como la importancia que tiene el que se pueda favorecer su absorción de una forma eficaz por el organismo. En esta etapa, las emociones no juegan directamente un papel muy importante, ya que los niños dependen emocionalmente de sus padres. Por otro lado, la dentadura en estas edades presenta un color blanco, “los llamados dientes de leche” que para otras culturas es significativo de una disminución de enzimas digestivas. Una carencia de tales enzimas puede hacer disminuir la absorción de hierro, por lo que sería aconsejable, en primer lugar, eliminar aquellos alimentos que actúan como “bloqueantes” de la secreción y en segundo lugar aportar nutrientes ricos en hierro, potenciando su aprovechamiento e incrementando los niveles de enzimas digestivas [no sé si recordareis cuando éramos pequeños y nuestras madres nos daban la “Quina” con la yema de huevo, era vino dulce (ya que el alcohol favorece la secreción de los jugos gástricos) con la yema de huevo rica en proteínas y hierro, de esta forma lograban abrirnos el apetito y paliar en cierto modo la posible anemia que pudiésemos tener]. En estas edades habíamos hablado de que el color de la dentadura era blanco, este color se suele relacionar con una falta de secreción gástrica y suele ir desapareciendo cuando se va llegando a la pubertad donde se torna amarillenta. Esta falta de apetito que surge en esta época en algunos niños podría paliarse añadiendo una pizca de sal a las comidas, ya que la sal favorece el incremento de secreción gástrica.

2º apartado: de los 12 a los 23 años. En cuanto a los adolescentes (hasta los 25 años) es común admitir que estos están regidos por las hormonas, pero para mí es diferente, la cuestión sería: ¿No será que el cúmulo de emociones y sentimientos controvertidos que aparecen en estas edades es lo que realmente provoca ese revuelo hormonal, y no al revés? La visión que tienen los jóvenes de la vida es idealista, todo lo discuten y no les gusta que les rectifiquen o indiquen cómo comportarse. Se irritan si son tratados como niños, pero también si se les exige que se comporten como adultos. La expresión de sus emociones puede variar, pero no sus sentimientos, lo que es fácilmente perceptible cuando son efusivos al abrazar y besar a sus amigos, pero reacios a recibir el mismo trato por parte de los padres, lo que les da vergüenza. Todas estas situaciones les producen unos niveles elevados de enzimas digestivas que les protege de la anemia. Esos niveles elevados de enzimas son los causantes, paralelamente, del color amarillento de sus dentaduras.
Las mujeres, en cambio, suelen ser más emocionales que los hombres, y es aquí donde ya vamos mezclando las emociones con los sentimientos. Cuando atraviesan situaciones de preocupación o estados anímicos bajos, se manifiesta en la probable aparición de problemas dentales (dientes irregulares), lo que nos debe hacer sospechar de una disminución en las secreciones de CLH, jugos gástricos e intestinales que dificulta la absorción del hierro, el cual, como hemos señalado, necesita un nivel alto de enzimas digestivas para que pueda ser aprovechado. Los chavales son más viscerales que las mujeres, una situación emocional que facilita una mayor secreción en el estómago y por lo tanto una mayor facilidad para la absorción del hierro. Al respecto, hay que añadir la existencia de estudios que relacionan directamente los niveles de andrógenos con la agresión y el aumento de los niveles de enzimas digestivas, lo que en cierto modo explicaría el menor índice de casos de anemia que se dan en los varones durante estas edades.

3º apartado: de los 24 a los 45 años. Cuando pasamos de los 25 y avanzamos hacia los 45, entramos en un rango de edad donde se abandonan las utopías y la disposición para “comerse el mundo”. Ahora hay que enfrentarse a la realidad, a una vida llena de contratiempos y problemas de todo tipo, lo cual nos puede abocar a situaciones de tristeza, abatimientos y melancolías, lo que nos convierte en más inestables emocionalmente. Ese “bajón” emocional repercutirá en un descenso de los niveles de enzimas y, por consiguiente, menores posibilidades de metabolización del hierro. También provocará que la dentadura, en estas edades, se vuelva irregular y se comiencen a perder piezas dentarias (ver nota al final). A partir de los 40 años, se produce un aumento del número de casos, tanto en hombres como en mujeres, lo que parece evidenciar la existencia de algún factor común a ambos sexos que explique la indistinción genérica, sólo conjeturable por la relación que tienen las emociones a nivel digestivo. Queda de manifiesto, asimismo, que las mujeres presentan a lo largo de la vida un mayor número de casos de anemia que los hombres, lo que nos induce a valorar y no olvidar también la relación que pudieran tener las emociones, sin descartar tampoco la incidencia de disminución de estrógenos y andrógenos con el final del ciclo fértil.

4º apartado: de los 46 a 100 años. Por último, a partir de los 46 y cuando empezamos a intentar alcanzar el máximo de nuestra vida, un tercio de las anemias que aparecen en los mayores de 75 años son, al parecer, de etiologías desconocidas y múltiples las posibles causas que podrían ocasionarlas. Las más habituales son por déficit de hierro, asociadas a procesos crónicos y anemias megaloblásticas por déficit de vitamina B12 y ácido fólico. Otras causas probables son los síndromes mielodisplásicos, el mieloma múltiple y la anemia hemolítica. Es una edad en la que también se pueden encontrar casos de anemia relacionados con la alimentación, problemas digestivos e insuficiencias renales. Las personas en este tramo de edad han perdido prácticamente la dentadura o ha sido remplazada por prótesis. Sin embargo, es frecuente en estas edades padecer estados anímicos disminuidos, por lo que la secreción de enzimas digestivas también se va a ver afectada y la posibilidad de absorción de estos minerales se resentirá. Además, no hay que olvidar que muchas de estas personas estarán sometidas a anticoagulantes, y éstos, al ser antivitamina K, provocarán una mala absorción del calcio, puesto que esta vitamina se encuentra estrechamente relacionada con la formación de osteoblastos, es decir con la formación de hueso.

Espero haber podido explicaros en su conjunto la relación existente entre las emociones y la secreción de enzimas gástricas. Conociendo esa concatenación de efectos, es posible determinar que otra causa de anemia podría ser “al menos” su relación con las emociones en aquellos casos de mala absorción, siendo susceptible corregirla sustituyendo de la dieta aquellos alimentos que no faciliten o bloqueen la asimilación del hierro por otros que favorezcan su metabolización, y evitando o modificando de esta forma conductas o estados emocionales que limiten la secreción de enzimas digestivas.

NOTA:
El calcio, junto al fósforo, es uno de los principales componentes del diente y de los huesos, pero su absorción, como sucede con el hierro, necesita de un alto nivel de secreción de enzimas digestivas para poder ser aprovechado, es por este motivo por lo que todas las alteraciones que se producen relacionadas con la dentadura y el esqueleto óseo puedan encontrarse también relacionadas con las emociones y los sentimientos.

Bibiliografía consultada:

·         Carter Rita, El nuevo Mapa del Cerebro. Integral 1998. Ref.:GO-11/ISBN: 84-7901-406-7.

·         Emociones, Sentimientos, Aptitudes, Pensamiento y Salud.(Psicología de la Salud).  http://webs.ono.com/aniorte_nic/archivos/apunt_psicolog_salud_3.pdf.


·         H.Morrison, Judith. Ayurveda, La medicina de la India. Título original: The Boock of Ayurveda. Ediciones Martinez Roca, S.A. 1996.    

·         Manzarbeitia Arambarri, Jorge. Anemia ferropénica en el paciente anciano. Madrid : Editores Médicos, [1996]

·         Míguez Varela, Mª del Carmen. Emociones y sentimientos / Mª del Carmen Míguez Varela. Vigo : Nova Galicia, 2006

·         Padilla Rodríguez, Jesús Adrián. La comunicación de las emociones en las redes sociales. Facultad de Comunicación, 2010

4 comentarios:

  1. muchas gracias! no tenia ni idea que esto era posible anemia- sentimientos/emociones

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  2. yo he tenido anemia siempre...y ahora se q es emocional tambien soy muy melancolica :(

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    1. Hola Juanita gracias por tu comentario, si necesitas algo más, simplemente me lo dices e intentaré ayudarte en lo que pueda.

      Un saludo.

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  3. Y como lidias con ello? Yo siempre tiendo a bajar tambien

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